miércoles, 27 de agosto de 2008

El documental y lo imaginario

Invitación a El Vagido.

¿Qué debe ser un documental? Esta pregunta siempre se nos presenta al ver o abordar la realización de una película documental. ¿Es el documental un registro fidedigno de la realidad o del hecho que documenta? ¿Puede ser poético, en términos estéticos, o solo un espejo de la realidad? ¿Y si la imagen es intervenida, deja de tener validez la realidad que representa la obra documental?

Todas estas interrogantes se plantean al ver por primera vez “El Vagido”, una particular pieza audiovisual que se presenta como documental, pero que de entrada nos demuestra que no es ni muy clásica ni muy documental. La película trata de un alcohólico, ex-pescador, que deambula por la plaza Echaurren, en el casco patrimonial de la ciudad de Valparaíso, a medida que la narración se desarrolla vemos que extrañas circunstancias rodean el peregrinar de Oscar, nuestro protagonista.

¿Es necesario sólo ceñirse a los hechos tal como aparecen? o es válido representar este espacio de un modo transigente llegando más allá de la entrevista documental, no sólo recopilando testimonios, sino que generando imágenes testimoniales. Es aquí donde se pone en crisis el concepto de realidad y el de imaginario suena más fuerte. La sociedad ha establecido que la realidad es lo inmediato y puramente sensible, encadenando al hombre común a un cotidiano que no da cabida a lo maravilloso. Por ello es que las imágenes que se generan en la pantalla del Vagido, buscan la exacerbación de lo maravilloso más allá del alcohol o del abandono, formando una vorágine de sensaciones, donde las secuencias no respetan órdenes espaciales ni temporales, y donde el ensueño y la fantasía se mezclan con la “realidad”. Busca revertir la situación en la que la inmediatez y los medios nos han puesto, tratando de recuperar los aspectos de la realidad que están escondidos, y devolviéndolos a la superficie, como documentar el alcoholismo sin caer en la caricatura, como reparar el abandono en que está nuestro personaje, ver “El Vagido” es una experiencia extraña, que nos hace cuestionar los límites, pero que a su vez juega con las posibilidades que el cine nos presenta. De todas formas nadie quedará indiferente ante esta película, y muchas serán las lecturas que de ella harán los espectadores.

Sebastián Castro
Director de Fotografía

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